
Recientes revelaciones sobre el Departamento de Estado han sacudido el panorama político, mostrando un enfoque inquietante hacia la recopilación de información. Un documento del alto funcionario Darren Beattie sugiere una búsqueda extensa de comunicaciones internas que involucran a periodistas, funcionarios europeos y críticos del expresidente Donald Trump, generando acusaciones de caza de brujas. Este esfuerzo, que se enmarca dentro de una supuesta ‘transparencia’, incluye una lista de nombres y palabras clave asociadas con campañas de desinformación de derecha, con el aparente objetivo de exponer una supuesta censura conservadora desde dentro del gobierno.
Beattie, quien fue nombrado por Trump como subsecretario de diplomacia pública, busca documentos que revelen comunicaciones desde 2017 de la oficina encargada de contrarrestar la desinformación. Esto incluye no solo intercambios con figuras y organizaciones críticas del gobierno, sino también menciones relacionadas con figuras como Alex Jones y la teoría del ‘gran reemplazo’. Los funcionarios del Departamento de Estado que han visto el documento describen las solicitudes como inusuales y problemáticas, temiendo que la recopilación de esta información no solo invada la privacidad, sino que sirva como arma política.
Con el cierre reciente del Hub de Información y Manipulación de Información Extranjera, los temores sobre posibles represalias y la falta de respeto a la privacidad de individuos y organizaciones han surgido entre los empleados del Departamento. Algunos ven estas acciones como parte de una narrativa más amplia que busca deslegitimar la investigación y el periodismo crítico, generando un efecto escalofriante que podría desalentar el escrutinio genuino sobre la desinformación. Esta situación plantea serias interrogantes sobre la ética de los esfuerzos del gobierno para recopilar y utilizar información sobre sus críticos.