Recientemente, un alto funcionario del Departamento de Estado de EE.UU. ha desatado una controversia al solicitar comunicaciones internas relacionadas con una larga lista de críticos de Trump y expertos en desinformación. Este documento, que se considera un esfuerzo por descubrir supuestas censuras hacia voces conservadoras, ha generado preocupación entre muchos en la comunidad política y mediática. La solicitud incluye nombres destacados como Bill Gates y varios periodistas, lo que ha llevado a acusaciones de un posible uso indebido del sistema de registros públicos.
El documento, compartido con un grupo selecto de empleados del Departamento de Estado, busca obtener correos electrónicos y registros de comunicaciones sobre individuos y organizaciones que han desafiado la narrativa conservadora. Los términos y condiciones de la búsqueda son tan amplios que algunos funcionarios la describieron como una ‘caza de brujas’. Este movimiento podría poner en riesgo la privacidad y la seguridad de los individuos mencionados, alimentando el temor de una vigilancia excesiva en la esfera política.
Criticos como Bill Kristol y otros expertos han expresado su alarma ante esta solicitud poco ortodoxa, comparándola con prácticas de vigilancia históricas más represivas. La inquietud se centra en que esta acción no solo podría perjudicar las relaciones entre el gobierno y los periodistas, sino también disminuir la transparencia necesaria en el análisis de la desinformación. A medida que el Departamento de Estado se enfrenta a una creciente presión sobre la violación de libertades, la comunidad se pregunta si este esfuerzo realmente busca la verdad o simplemente se usa como una herramienta política.
