
La Revolución Ciudadana está atravesando un periodo turbulento luego de expulsar a su cuarto miembro en menos de noventa días. Esta vez, el asambleísta Carlos Vargas fue separado de la bancada por votar a favor de una reforma constitucional que elimina el financiamiento estatal a los partidos políticos. La decisión fue anunciada por la bancada a través de sus canales oficiales, acusando a Vargas de traicionar los principios del partido y advirtiendo que no habría espacio para falsos revolucionarios.
La crisis actual se agrava mientras la Revolución Ciudadana, que inició el periodo legislativo con 67 asambleístas, sigue perdiendo miembros. Antes de Vargas, los asambleístas Sergio Peña y David Arias también fueron expulsados por sus decisiones de voto que no alinearon con la postura del partido. Adicionalmente, Santiago Díaz fue separado debido a su situación legal por un delito grave. La inestabilidad en la bancada ha generado preocupación entre líderes seccionales, quienes han pedido cambios en la dirección del movimiento.
Las recientes expulsiones han dejado a la Revolución Ciudadana en una posición delicada, evidenciada por la carta de prefectos y alcaldes dirigida a Rafael Correa, líder del partido. En respuesta, Correa reafirmó su confianza en Luisa González como dirección del movimiento. Su respuesta marcó un claro rechazo ante las demandas de revisión en el liderazgo, lo que sugiere la dificultad de la organización para encontrar un camino claro en el futuro. La situación actual plantea interrogantes sobre la cohesión y el liderazgo de la Revolución Ciudadana.