
Los recientes aranceles propuestos por la administración de Trump están causando una gran preocupación en el sector manufacturero de Estados Unidos. A pesar de la esperanza de algunos partidarios de que estas medidas conducirán a una ‘edad dorada’ de la industria estadounidense, la realidad es más compleja. Fetar las importaciones con altos aranceles no solo incrementa los costos de producción, sino que también puede frenar la recuperación que se había iniciado tras la pandemia de COVID-19, afectando incluso la construcción de nuevas fábricas.
Expertos como Elisabeth Reynolds y Willy Shih advierten de que los aranceles son herramientas ineficaces que podrían crear incertidumbre entre los inversores, ahuyentando las inversiones necesarias para desarrollar nuevas tecnologías y procesos productivos. Las señales actuales apuntan a una disminución de la confianza entre los fabricantes, con caídas en los pedidos y el empleo. Estos cambios negativos podrían interrumpir el crecimiento que el sector manufacturero estaba comenzando a experimentar, justo cuando el país necesitaba reafirmar su capacidad de producción.
La clave para el futuro de la manufactura estadounidense radica en un enfoque más estratégico y limitado respecto a los aranceles. Con el auge de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y la automatización, existe la posibilidad de que EE.UU. recupere su competitividad en el mercado internacional. Sin embargo, para lograrlo, se necesita un marco claro que permita a los fabricantes prosperar sin la incertidumbre que actualmente se vive, eludiendo políticas que rememoren un pasado industrial que ya no refleja la realidad del mercado global.