En junio de 2025, la pobreza en Ecuador se situó en 24,0%, lo que representa una leve reducción respecto al 25,5% del año anterior. Esta variación, aunque se considera una mejora, es catalogada como ‘no estadísticamente significativa’ por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. A pesar de estos avances, el contexto económico sigue siendo complejo, dado que la informalidad y la vulnerabilidad laboral persisten en el país.
El Banco Mundial ha emitido un informe que destaca cómo la pobreza es un desafío estructural en Ecuador, con disparidades significativas entre áreas urbanas y rurales. Las cifras de pobreza indican que el 41,7% de la población rural vive por debajo de la línea de pobreza, en contraste con el 15,7% en las ciudades. Esta desigualdad se manifiesta en la extrema pobreza, que afecta al 25,1% en el campo frente al 3,5% en las zonas urbanas.
La situación se complica con una alta tasa de informalidad en el empleo y una desconexión entre la educación y las necesidades del mercado laboral. Mientras que la tasa de desempleo se mantiene baja, la calidad del empleo ha disminuido, creando un círculo vicioso de pobreza que limita las oportunidades de desarrollo sostenible en Ecuador. La mejora en las condiciones de vida requerirá reformas profundas en el sistema laboral y de protección social.
