
Japón enfrenta una preocupante crisis demográfica con la pérdida de 908,574 habitantes en solo un año, según datos del gobierno. Esta reducción ha dejado al país con una población de 120.65 millones de ciudadanos, marcando el mayor descalabro demográfico desde 1968. La tendencia es alarmante, ya que se trata del 16º año consecutivo con una disminución en la población, impactando no solo la demografía, sino también la economía del país que lucha por mantener su fuerza laboral activa.
La creciente tasa de fallecimientos, con cerca de 1.6 millones en 2024, y la baja de nacimientos han llevado a Japón a una situación crítica. Se estima que en 2025, la población de edad avanzada superará a la activa, lo cual generará una mayor carga para el sistema laboral y un incremento en los costos de atención social. El desafío no solo se limita a la natalidad, sino que también involucra estructuras sociales y culturales que desincentivan la maternidad.
A pesar de la crisis, Japón ha visto un incremento en la población extranjera, lo que representa casi un 3% del total y ha ayudado a mitigar la pérdida poblacional. Sin embargo, el aumento de la inmigración también plantea retos, especialmente con el resurgimiento de ideologías nacionalistas que podrían complicar la inclusión de estos nuevos residentes. La situación abre un debate sobre las medidas necesarias para revertir la caída demográfica y establecer un futuro sostenible para el país.