Bradford G. Smith es uno de los pocos afortunados que ha recibido un implante de Neuralink, el innovador dispositivo de Elon Musk que le permite comunicar sus pensamientos a un ordenador. Con este implante, Smith, que padece esclerosis lateral amiotrófica (ALS), ha logrado escribir y comunicarse de una manera antes inimaginable: utilizando solo su mente. Su historia ha captado la atención por el uso adicional de un chatbot de inteligencia artificial llamado Grok, que le ayuda a expresar sus ideas con mayor rapidez y fluidez en las redes sociales.
Al compartir su experiencia en plataformas como X, Smith ha mencionado que inicialmente le resultó complicado controlar el cursor, pero tras varias semanas de práctica, ha logrado comunicarse con notable eficacia. Este avance no solo significa una mejora drástica en su calidad de vida, sino que también plantea interrogantes éticos sobre la interacción entre humanos y tecnología, especialmente en lo relativo a quién está realmente detrás de las respuestas que comparte, sus pensamientos o las sugerencias de la inteligencia artificial que utiliza.
El uso de Grok ha permitido a Smith redactar respuestas y participar en conversaciones de manera más dinámica, aunque también surgen preocupaciones sobre la autenticidad de su voz en este nuevo ecosistema tecnológico. Los avances tecnológicos, como la clonación de voz, permiten a Smith comunicarse como lo haría normalmente. A pesar de ser un pionero en este campo, Smith está buscando formas de hacer que su experiencia sea aún más personal y desea crear un modelo de lenguaje que refleje mejor su estilo y opiniones. Su historia simboliza el potencial que tiene la tecnología para cambiar vidas y los dilemas que surgen con estas innovaciones.
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