
El 14 de octubre, Guayaquil fue escenario de un trágico ataque con coche bomba que dejó un muerto y al menos 30 heridos. La explosión ocurrió en el norte de la ciudad, frente a un centro comercial, y fue calificada por el Gobierno Nacional como un acto de ‘terrorismo puro y duro’. La Fiscalía General del Estado confirmó los hechos, que generaron una ola de reacciones en las redes sociales, reflejando la polarización en el país sobre el tema de la seguridad.
Figuras políticas como el ex presidente Rafael Correa cuestionaron la versión oficial, sugiriendo la posibilidad de un autoatentado, y mostrando su solidaridad con las víctimas. Este mensaje generó miles de respuestas en las plataformas digitales, donde algunos respaldan la idea del autoatentado, mientras que otros defienden la postura del Gobierno, acusando de irresponsables a quienes dudan de la versión oficial. Periodistas también se sumaron a la discusión, enfatizando la necesidad de responsabilidad en el manejo de la información durante dichos eventos.
El ataque se produce en un contexto de creciente violencia en Ecuador, vinculado a grupos delictivos organizados. El Ministro del Interior, John Reimberg, informó que se encontraron más artefactos explosivos en la zona, lo que enfatiza la gravedad de la situación. Este suceso ha revelado la desconfianza que acompaña a la gestión del Gobierno frente a la crisis de seguridad, aumentando la tensión política y social en el país, mientras que la población busca respuestas a la creciente violencia que los afecta.