Un alto funcionario del Departamento de Estado, Darren Beattie, ha desatado una polémica tras solicitar registros de comunicaciones internas que involucran a críticos de Donald Trump. Este movimiento ha sido interpretado por algunos como una cacería de brujas, apuntando a un amplio espectro de individuos y organizaciones, desde periodistas hasta expertos en desinformación. El documento, que se distribuyó a un grupo selecto de empleados en marzo, revela un intento de recolectar información sobre aquellos que han sido frecuentemente objetivos del ala política de derecha.
El alcance de las solicitudes de Beattie incluye no solo referencias a figuras emblemáticas del movimiento anti-Trump, como Bill Kristol, sino también nombres vinculados a la lucha contra la desinformación. El objetivo manifestado por Beattie es realizar una especie de ‘filtrado’ de documentos internos que, según él, busca restaurar la confianza del público estadounidense. Sin embargo, muchos dentro del Departamento de Estado han expresado su descontento, considerando estas acciones como una amenaza a la privacidad y seguridad de individuos clave.
La reacción a estas solicitudes ha sido de alarma generalizada. Los empleados del Departamento de Estado han calificado las acciones de Beattie como inusuales y peligrosas, sugiriendo que son un abuso del sistema de acceso público a registros. A medida que se avanza en este controversial proceso, el cierre del R/FIMI, la oficina que rastreaba campañas de desinformación, solo ha intensificado las preocupaciones sobre la transparencia y los posibles efectos negativos en la libertad de expresión y el periodismo en Estados Unidos.
