En Ecuador, se ha revelado un alarmante patrón de abuso sexual que involucra a varios sacerdotes, quienes durante más de 20 años han sido objeto de denuncias por agresiones a menores. La comunidad católica ha sido sacudida por estos casos y se ha hecho evidente la necesidad de implementar reformas dentro de la Iglesia para abordar el problema. Entre los sacerdotes más conocidos involucrados están Luis I., Pedro G. y César C., quienes han enfrentado diferentes niveles de sanciones y condenas tras múltiples acusaciones de abuso infantil.
El caso de Luis I., ex párroco de una iglesia en Guayaquil, destaca por su brutalidad, donde se describen rituales de tortura psicológica y manipulación espiritual. A pesar de su expulsión del clero y la reactivación de investigaciones penales en su contra, el avance ha sido lento. Por su parte, Pedro G., quien fue condenado tras cinco años de fuga, fue declarado culpable de violación a varias menores, dejando una estela de dolor entre las familias afectadas y evidenciando la falta de acción rápida por parte de las autoridades.
Más recientemente, nuevas acusaciones han surgido en Cuenca y Olón, donde un sacerdote fue sorprendido en circunstancias sospechosas con adolescentes. La respuesta de la comunidad ha sido dividida, generando un clamor por justicia que destaca la urgencia de un cambio en la forma en que se manejan estos casos, así como la protección de las víctimas. La Iglesia ha prometido colaborar, pero la sociedad exige medidas concretas para garantizar que estos abusos no se repitan en el futuro.
