
Elon Musk ha dejado claro su descontento con las políticas arancelarias impuestas por la administración Trump, considerándolas perjudiciales no solo para sus empresas, sino también para la economía estadounidense en general. Durante un reciente enfrentamiento, Musk calificó al asesor comercial Peter Navarro de ‘más tonto que un saco de ladrillos’ por sus declaraciones sobre Tesla, que según él, es más que un simple ensamblador de piezas. La guerra comercial ha generado grandes tensiones en el sector automotriz, y Tesla se encuentra entre las compañías más dañadas por estas nuevas tarifas.
Tesla utiliza entre un 20% y un 25% de componentes importados, y un 40% de los materiales provienen de proveedores chinos. A pesar de la fabricación local en las gigafactorías de EE. UU., el aumento de costos por aranceles puede afectar gravemente la competitividad y la rentabilidad de la empresa. Musk también ha expresado su preocupación por las implicaciones que estos cambios arancelarios tienen en su otra empresa, SpaceX, donde los costos de la cadena de suministro se han encarecido, afectando la capacidad de cumplir con contratos internacionales y ralentizando proyectos clave como Starship.
La situación es crítica no solo para Tesla y SpaceX, sino también para xAI, la división de inteligencia artificial de Musk, que enfrenta obstáculos por el aumento de costos en componentes esenciales. Estos aranceles amenazan la capacidad de Musk y sus empresas para competir a nivel internacional, poniendo en riesgo el liderazgo tecnológico de Estados Unidos en sectores estratégicos. Además, las empresas aparentemente no relacionadas, como X, también pueden sufrir repercusiones indirectas por esta crisis económica, aumentando la vulnerabilidad en un entorno tan complejo.