
En 2019, la periodista Karen Hao tuvo acceso exclusivo a OpenAI, una empresa que en ese momento era poco conocida, pero que estaba a punto de transformar la inteligencia artificial. Su investigación reveló la ambición creciente de la compañía y cómo esta se alejaba de su misión original de promover la inteligencia artificial benéfica. Esto generó controversia, especialmente después de su trato exclusivo con Microsoft para comercializar su tecnología.
Mientras Hao documentaba estas radicales transiciones, ella observó cómo OpenAI comenzaba a ejercer influencia sobre las políticas y la investigación en inteligencia artificial. Con la llegada de Sam Altman como CEO y la nueva estructura de ‘ganancias limitadas’, la visión de OpenAI se volvió aún más controvertida, generando preguntas sobre sus verdaderas intenciones y la ética de su rápido avance hacia la creación de una inteligencia artificial general (AGI).
A través de sus tres días de observaciones en OpenAI, Hao se dio cuenta de la disonancia entre la imagen pública de la empresa y su funcionamiento interno, lo que causó una reacción significativa no solo en el sector tecnológico, sino también entre sus inversores y críticos. A medida que la presión por el éxito aumentaba, las advertencias sobre los peligros de una IA sin control se intensificaron, haciendo que el futuro de la inteligencia artificial se volviera más incierto y complejo.
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