Un tribunal de EE. UU. ha reabierto el caso de las patentes de CRISPR, dando a las científicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier una nueva oportunidad para reclamar la propiedad de esta revolucionaria herramienta de edición genética. Este movimiento puede alterar drásticamente el panorama de la biotecnología, ya que el control sobre CRISPR implica no solo derechos económicos significativos, sino también el prestigio de ser reconocidas como las verdaderas inventoras de la tecnología.
El conflicto de patentes tuvo su origen en 2014, cuando los derechos fueron otorgados a Feng Zhang, quien se adelantó con su publicación sobre el uso de CRISPR en células humanas. Sin embargo, Doudna y Charpentier habían sido las primeras en desarrollar un editor de genes en 2012, aunque enfrentaron dificultades en su aplicación en entidades vivas, lo que llevó a una serie de reveses legales para ellas. La reciente decisión del tribunal indica que no necesariamente necesitaban demostrar que su invención funcionaría en todos los casos para ser reconocidas.
La batalla por el control de CRISPR es uno de los debates más complejos en la historia de la invención, comparable a otros innovaciones icónicas. El resultado de este nuevo procedimiento podría definir quién finalmente tiene el derecho a patentar y comercializar esta tecnología vital. Los expertos creen que el tribunal está llamado a revisar de nuevo las evidencias, generando expectativas de que Doudna y Charpentier puedan finalmente obtener el reconocimiento que merecen por su contribución a la biotecnología moderna.
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