Elon Musk ha sorprendido al mundo al lanzar satélites para Jeff Bezos, su archienemigo en el negocio espacial. Aunque a primera vista podría parecer una colaboración inusual, la realidad es que se trata de una estrategia bien calculada. SpaceX, tras completar su lanzamiento número 100 con un lote destinado a la competencia, busca ampliar sus derechos en el saturado espectro radioeléctrico, un recurso vital para sus operaciones y el futuro de Starlink.
La entrada de Amazon y su proyecto Kuiper en el mercado de Internet satelital ha intensificado la presión sobre Musk. Mientras SpaceX posee un dominio estable en lanzamientos, Amazon ha tenido que recurrir a varios proveedores para cumplir con las regulaciones de la FCC. Esto ha dejado a Bezos con poco margen de maniobra, obligándolo a colaborar con SpaceX para hacer despegar los satélites necesarios y cumplir con las exigencias temporales impuestas por el gobierno.
Este tira y afloja entre Musk y Bezos no solo es una cuestión de negocios. Se vuelve crucial el control del espectro radioeléctrico, pues SpaceX, al lanzar los satélites de sus competidores, logra obtener concesiones a cambio, aumentando su ventaja en un mercado cada vez más competitivo. Así, cada acuerdo de lanzamiento se convierte en una victoria táctica, afianzando la posición de Starlink en el futuro del Internet satelital.
