
En medio del conflicto entre Rusia y Ucrania, se ha revelado una alarmante táctica donde adolescentes ucranianos son reclutados por servicios de inteligencia rusos. A través de aplicaciones de mensajería como Telegram y WhatsApp, estos jóvenes son contactados con promesas de dinero fácil a cambio de realizar tareas que van desde obtener fotografías de objetivos militares hasta colocar explosivos. La investigación ucraniana ha descubierto que una proporción significativa de estos reclutas son menores de edad, muchos de los cuales no son conscientes de la verdadera naturaleza de las misiones que están realizando.
Los métodos utilizados para captarlos son preocupantes. Algunos adolescentes piensan que están participando en desafíos o juegos inofensivos, como es el caso de dos jóvenes que creían estar completando una ‘quest’ para obtener recompensas. Sin embargo, sus acciones han sido utilizadas para guiar ataques aéreos rusos. En otros casos, adolescentes han quedado involucrados en operaciones de suicidio forzado, llevando a cabo acciones explosivas sin ser conscientes del peligro al que se enfrentan. Esto refleja una estrategia calculada por parte de Rusia para desestabilizar Ucrania desde adentro, aprovechando la vulnerabilidad de la juventud.
Ante esta creciente amenaza, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) ha implementado campañas de concienciación para alertar a los jóvenes sobre los riesgos del reclutamiento. Están utilizando mensajes de texto, carteles y visitas a escuelas para enseñar a los adolescentes a identificar señales de manipulación. Sin embargo, la utilización de menores en actos de espionaje plantea dilemas éticos significativos. Mientras las autoridades presionan para tratar cualquier colaboración con el enemigo como traición, organizaciones de derechos humanos abogan por la protección de los menores y un enfoque en su rehabilitación en lugar de la criminalización.
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