
En 2019, la reportera Karen Hao de MIT Technology Review inició una investigación sobre OpenAI, una empresa de inteligencia artificial aún poco conocida. Lo que comenzó como un perfil simple se convirtió en un relato revelador que expuso cómo la ambición de OpenAI se desvió drásticamente de su misión original. Su investigación generó controversia, pues la visión de la empresa sobre la inteligencia artificial general (AGI) comenzaba a atraer la atención del público, provocando inquietudes y especulaciones sobre sus verdaderas intenciones.
Durante su visita a OpenAI, Hao se encontró con su CTO Greg Brockman y el científico jefe Ilya Sutskever, quienes describieron la misión de la empresa: desarrollar AGI en beneficios de toda la humanidad. Sin embargo, a medida que Hao investigaba, las tensiones se volvían más palpables. Las decisiones de OpenAI, como el suministro exclusivo de tecnología a Microsoft y el cambio hacia un modelo de lucro limitado, levantaron críticas sobre su transparencia. La compañía, una vez un refugio para ideas innovadoras, se veía ahora atrapada en un dilema ético entre su misión y la presión financiera.
Finalmente, la publicación de la historia de Hao provocó una respuesta defensiva de OpenAI y levantó voces de alto perfil como Elon Musk, quien criticó la falta de apertura de la empresa. Este momento definitorio planteó preguntas esenciales sobre el verdadero propósito de OpenAI y su impacto en el futuro de la inteligencia artificial. La ambición de la compañía por ser pionera en la AGI enfrenta la realidad del escepticismo público y las implicaciones morales de su desarrollo, lo que deja a muchos cuestionándose: ¿realmente puede la IA ser un beneficio para toda la humanidad?
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