Apple ha apostado por plantar millones de eucaliptos en Brasil como parte de su ambicioso plan para convertirse en una empresa carbono neutral. Sin embargo, esta estrategia ha generado un intenso debate entre ecologistas y comunidades locales, que cuestionan tanto la estética de estos cultivos como su impacto en el medio ambiente. Mientras algunos ven la plantación de eucaliptos como un avance hacia la restauración de hermosos paisajes, otros la critican como un peligroso ‘desierto verde’, argumentando que estas plantaciones carecen de biodiversidad y pueden causar gravedad en un territorio ya frágil como el Cerrado.
Las técnicas de compensación de emisiones, basadas en la inversión en proyectos de carbono, han cobrado protagonismo entre las empresas tecnológicas. Apple ha lanzado iniciativas como el ‘Restore Fund’, valorado en 200 millones de dólares, que busca invertir en reforestación y restauración de tierras degradadas. Sin embargo, críticos advierten que este enfoque podría ser una excusa para incrementar la producción de eucaliptos, apuntando que el aumento de estas plantaciones podría exacerbar los problemas de sequía y aumentar el riesgo de incendios en la región.
La llegada de grandes inversores a la zona ha transformado la dinámica social y económica del Cerrado. Con la construcción de fábricas y la introducción de nuevas tecnologías, muchos locales se sienten divididos: mientras algunos ven oportunidades de empleo, otros se preocupan por el acceso al agua y la esencia de su paisaje natural. La pregunta ahora es si esta estrategia de reforestación será suficiente para equilibrar rendimiento económico y protección ambiental o, por el contrario, dejará al Cerrado vulnerable a un futuro incierto.
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