En las montañas de las Dolomitas, un grupo de agricultores ha tomado una medida drástica contra el flujo excesivo de turistas. Cansados de los daños causados a sus tierras y la basura dejada por los visitantes, han instalado un torno de pago en un sendero muy utilizado por excursionistas. Este dispositivo cobra cinco euros a los que deseen acceder a la famosa ruta de las rocas, eximiendo a niños y lugareños.
La decisión de instalar este torno ha desatado un intenso debate en Italia. Los agricultores argumentan que, mientras las instalaciones turísticas obtienen grandes beneficios económicos de los visitantes, ellos sufren costos asociados a los daños y la limpieza de sus tierras. A pesar de que la autoridad pública no ha mostrado interés en solucionar el problema, los agricultores ven en el torno una llamada de atención a la administración sobre la necesidad de gestionar el turismo de manera sostenible.
La controversia no se limita a este caso. La instalación del torno plantea interrogantes sobre si otros propietarios de terrenos a lo largo de senderos turísticos podrían seguir su ejemplo. Hay un miedo a que esta medida se generalice, transformando las hermosas montañas italianas en un territorio de peajes. El debate continúa y las tensiones entre la conservación del medio ambiente y el turismo masivo se intensifican.
