
Un alto funcionario del Departamento de Estado ha desatado una tormenta al solicitar comunicaciones internas con periodistas y figuras críticas de Trump. Este movimiento ha sido visto como un intento de recopilar información sobre un amplio espectro de voces que han desafiado la narrativa conservadora. Con la intención de realizar una entrega de documentos al estilo de los ‘Twitter Files’, la solicitud abarca desde críticos prominentes hasta términos y organizaciones que han sido objeto de controversia política.
La documentación revela un esfuerzo sistemático para identificar las comunicaciones de una oficina pequeña que se encargaba de contrarrestar la desinformación, lo que muchos consideran una caza de brujas. Los destinatarios de estas solicitudes incluyen a destacados periodistas y expertos en desinformación, planteando preocupaciones sobre la privacidad y seguridad de estos individuos. Asimismo, algunos funcionarios dentro del Departamento han expresado su inquietud por el alcance y la naturaleza inusual de dicha petición.
Con la reciente clausura de la oficina encargada de contrarrestar la desinformación, el clima de incertidumbre se intensifica. Observadores y expertos advierten que esta acción podría tener consecuencias preocupantes para la libertad de prensa y el análisis crítico en el entorno político actual. La iniciativa es interpretada por muchos como un intento de silenciar las críticas y controlar las narrativas que desafían a la administración y sus alíados.