
Recientemente, un alto funcionario del Departamento de Estado de los EE. UU., Darren Beattie, ha solicitado registros internos de comunicaciones relacionadas con críticos de Donald Trump y varios periodistas. Esto ha provocado preocupaciones, ya que se considera una caza de brujas que podría afectar la privacidad de personas y organizaciones, identificando específicamente a aquellos que han denunciado la desinformación. Beattie, designado por Trump, busca restaurar la confianza del público a través de un informe similar a los ‘Twitter Files’, lo que ha dejado a muchos funcionarios alarmados y con inquietudes sobre la legitimidad de tal petición.
El documento que soporta esta solicitud busca correos electrónicos y otros registros entre el personal de la oficina dedicada a la desinformación y una extensa lista de individuos y organizaciones. Los nombres en esta lista incluyen figuras prominentes como Bill Gates y varios críticos de Trump, lo que intensifica el miedo entre los involucrados sobre el uso potencial de estos registros para represalias. Algunos funcionarios comentan que esta actividad se asemeja más a lo realizado por regímenes autocráticos, levantando alarmas sobre las implicaciones de tal recopilación de información en un entorno democrático.
Además de la recopilación de datos individuales, la iniciativa también se enfoca en palabras clave y expresiones asociadas con movimientos sociales y teorías de conspiración, como ‘Black Lives Matter’ y ‘Q-Anon’. Esta estrategia ha sido vista como una táctica para silenciar voces críticas y controlar la narrativa sobre la desinformación. Al finalizar este esfuerzo, muchos temen que las revelaciones sean utilizadas para distorsionar información y perjudicar la libertad de expresión, creando un efecto escalofriante sobre los investigadores y ciudadanos involucrados en discusiones cruciales para la democracia.
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