Un nuevo informe plantea la hipótesis de que la inteligencia artificial (IA) podría desempeñar un papel crucial en la reducción de emisiones de carbono en el futuro. Sin embargo, actualmente, el aumento de la demanda energética por parte de los centros de datos alimentados por combustibles fósiles contrasta con estas promesas. Mientras se anticipa que la IA podría eventualmente contribuir a la sostenibilidad, es vital reconocer que el presente demanda una atención urgente en la gestión de las emisiones que están aumentando rápidamente debido a esta industria en crecimiento.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) ha señalado que, aunque la IA tiene el potencial de disminuir las emisiones, su implementación hoy día está impulsando una demanda de electricidad que resulta en más emisiones. La dependencia de turbinas de gas natural para estas instalaciones es preocupante, mientras que existen alternativas más limpias, como la energía geotérmica, nuclear y solar. La contrastante promesa de la IA, que se presenta como una solución para el cambio climático, puede parecer una forma de minimizar los impactos negativos actuales.
El informe de la AIE indica que, aunque la IA podría reducir las emisiones en 1.4 mil millones de toneladas para 2035, esto depende de una amplia adopción y del cumplimiento de condiciones que actualmente no están garantizadas. Sin políticas adecuadas que incentiven el uso responsable de la IA para la sostenibilidad, existe el riesgo de que la industria continúe apostando por soluciones que no mitiguen el daño ambiental inmediato. Es fundamental que los sectores de la tecnología y la energía prioricen la instalación de soluciones energéticas limpias desde el inicio para evitar una crisis climática más profunda.
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