La central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, ha permanecido cerrada debido a la guerra en Ucrania, lo que ha reforzado el poder de Moscú en la región. Desde el inicio del conflicto, la planta se convirtió en un punto estratégico, siendo utilizada como herramienta de presión energética por parte de Rusia. A pesar de su cierre, las discusiones sobre su posible reactivación han cobrado fuerza en el ámbito internacional, especialmente con el interés de Estados Unidos en participar en su administración.
Estados Unidos ha mostrado interés en reabrir Zaporiyia, aunque cualquier transferencia de control implicaría serias consideraciones sobre la soberanía de Ucrania. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha manifestado que no se opondría a la inversión estadounidense para la reconstrucción de la planta, sin embargo, ceder el control total es un tema delicado para mantener la soberanía energética del país. La situación es complicada, ya que la planta solía representar el 20% de la producción eléctrica de Ucrania antes de la ocupación.
A pesar del potencial reactivación de la planta, existen problemas significativos que deben resolverse, incluidos daños a la infraestructura y escasez de recursos básicos como el agua de refrigeración. La falta de personal capacitado también complicaría el reinicio. Mientras Rusia insiste en su control sobre Zaporiyia y planea reactivarla, el futuro de esta central nuclear sigue siendo un factor clave en el desarrollo de la guerra y la seguridad energética europea en general.
