
En los últimos años, la falsificación de vino ha crecido significativamente, lo que representa un desafío creciente para la industria vitivinícola. Especialmente en Vietnam y China, una red internacional ha sido detectada encargándose del comercio ilegal de vino de Rioja. Este problema salió a la luz cuando un turista español compró una botella sospechosa en una tienda gourmet en Vietnam y la trajo de vuelta a España para su análisis.
Las autoridades han estado incautando bebidas ilegales, y se estima que las pérdidas anuales a nivel global por bebidas falsificadas ascienden a 1.300 millones de euros. Las bodegas más importantes temen que la baja calidad de estas falsificaciones no solo afecte sus ingresos, sino que perjudique su imagen de marca. Por ello, muchas han optado por contratar bufetes especializados en propiedad intelectual para combatir estas prácticas fraudulentas.
El fraude en el vino va más allá de la simple dilución de ingredientes; incluye prácticas engañosas en el etiquetado que pueden inducir a error a los consumidores. Este fenómeno ha hecho que muchos se cuestionen la necesidad de pagar precios elevados por vinos, dado que las falsificaciones pueden ofrecer perfiles similares a un costo mucho más bajo. La situación pone de manifiesto la necesidad de una mayor vigilancia en un mercado complicado y diversificado como el del vino.