
SpaceX, la empresa de Elon Musk, está en camino de superar económicamente a la NASA, pero su éxito se alimenta de una estrategia fiscal muy astuta. Desde su fundación en 2002, ha acumulado pérdidas que le permiten evitar el pago de impuestos, gracias a una normativa que le permite compensar futuros beneficios con sus pérdidas pasadas. Esto ha llevado a SpaceX a prácticamente no pagar impuestos federales durante más de 20 años.
Este fenómeno se ha acentuado tras un cambio legislativo en 2017, que eliminó el límite de 20 años en el uso de pérdidas fiscales. Gracias a esto, SpaceX puede deducir hasta el 80% de su renta imponible, lo que se traduce en miles de millones ahorrados en impuestos. A pesar de depender en gran parte de los contratos públicos para su crecimiento, SpaceX ha encontrado en Starlink su mayor fuente de ingresos, proyectando ganancias significativas para los próximos años.
Starlink ha revolucionado el modelo de ingresos de SpaceX, con más de 6 millones de suscriptores y unas previsiones de ingresos de 15.500 millones de dólares para 2025. Esta cifra se acerca al presupuesto anual de la NASA, que se estima en 18.800 millones para 2026. El crecimiento vertiginoso de SpaceX ha disparado su valoración hasta los 350.000 millones de dólares, convirtiéndola en la mayor empresa no cotizada en Estados Unidos, a la sombra de gigantes como OpenAI.