
Ecuador ha confirmado un nuevo préstamo de 600 millones de dólares de China, destinado principalmente a proyectos en el sector energético. Esta decisión fue anunciada por la canciller Gabriela Sommerfeld y se da en un contexto de crisis fiscal acumulada, donde el gobierno enfrenta retrasos en pagos a proveedores estatales y críticas por la falta de inversión en áreas clave como salud y educación. El Ejecutivo sostiene que este endeudamiento responde a ‘acuerdos estratégicos’ con el país asiático, intensificando así la relación entre ambos países.
Este no es el primer acuerdo de este tipo entre Ecuador y China; a lo largo de más de diez años, el país ha comprometido más de 7.000 millones de dólares en créditos bilaterales. No obstante, la falta de transparencia respecto a las condiciones del préstamo, como tasa de interés y ejecución de proyectos, genera preocupación. Organizaciones civiles y economistas advierten que sin claridad sobre los proyectos que recibirán estos fondos, existe el riesgo de que se financien megaproyectos que no beneficien a la población local.
Con el actual crédito, Ecuador se encuentra en una encrucijada: mientras busca alivio económico ante la presión fiscal, también se enfrenta a un aumento en su dependencia de China. La falta de detalles sobre el uso específico de los nuevos fondos, así como el contexto de una creciente deuda externa que ya supera el 60% del PIB, pone en tela de juicio la estrategia del gobierno de Daniel Noboa para mejorar la situación económica del país, que esobjetivo de crítica constante por su política de financiamiento asiático.