
Barcelona llevó a cabo un innovador experimento social con 822 hogares vulnerables, asignando una renta básica de hasta 1.297 euros mensuales durante tres años. Este programa, conocido como B-MINCOME, tenía como objetivo evaluar el impacto de esta ayuda económica en la vida de las familias. Los resultados mostraron que, aunque el 22% de los participantes dejó de trabajar, esto se debió en gran parte a que dedicaron su tiempo a cuidar a sus hijos y familiares dependientes.
A pesar de la caída de la participación laboral en algunos grupos, el experimento reveló un aumento del empleo del 6,5% en aquellos que recibieron una renta básica con descuento por sus ingresos salariales. Esto sugiere que mantener un ingreso asegurado puede motivar a los beneficiarios a buscar empleo y mejorar sus condiciones de vida. Esta modalidad demostró ser más eficiente tanto para las familias como para la administración pública, ya que el coste del apoyo social se redujo significativamente.
Los investigadores concluyeron que no solo es crucial proporcionar una ayuda financiera, sino que también es vital diseñar políticas que fomenten la reinserción y el progreso de los beneficiarios. El estudio de Barcelona coincide con hallazgos de experimentos similares en otros países, como Alemania, enfatizando la importancia de estrategias adecuadas que impulsen el avance en lugar de perpetuar la dependencia de subsidios.
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